La supervivencia de las especies silvestres favorece el equilibrio de la naturaleza, además de contribuir a su biodiversidad. Hasta la fecha se han identificado aproximadamente dos millones de especies, y hay millones más que esperan ser descubiertas. Un registro internacional mantenido por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) sirve de base de datos de especies amenazadas; este indicador se denomina Lista Roja. Su actualización más reciente, realizada en julio de 2020, decretó que casi 32.000 especies terrestres y acuáticas están afectadas.
Animales terrestres: ¿quiénes son los más afectados?
Los primates se enfrentan al peligro. Además de la acción humana, tienen sus propias vulnerabilidades que no mejoran el pronóstico. Los gorilas sufren una alta tasa de mortalidad infantil y los bonobos se ven perjudicados por su lenta reproducción. Los chimpancés están en la línea de fuego de los cazadores furtivos, para venderlos en el mercado negro y convertirlos en mascotas. Los orangutanes están perdiendo sus bosques por la producción de aceite de palma, muy codiciado por sus múltiples usos. Los felinos también se encuentran entre los animales en peligro de extinción. Detrás de su popularidad entre el público en general se esconde un lado más oscuro, que es su alarmante descenso en número. De hecho, son una de las principales presas de los cazadores furtivos. Son los tigres de Bengala, los leopardos y los jaguares. Otra víctima de esta práctica son los paquidermos, como los elefantes, cazados por sus colmillos de marfil o los rinocerontes por sus cuernos.
El medio ambiente marino y de agua dulce: no se salva
Varias especies marinas están en peligro de extinción y figuran en la Lista Roja. Este es el caso de los cetáceos. Muchas especies de delfines y ballenas se están volviendo raras debido a las molestias y a la contaminación acústica que interfiere con su sonar. Como resultado, pierden el sentido de la orientación y ya no pueden encontrarse. Por no hablar de las catástrofes petrolíferas que ponen en peligro la supervivencia de estas especies en muy poco tiempo. También las tortugas marinas, como la tortuga laúd, estas criaturas, afectadas por la pesca accidental, se encuentran atrapadas en redes y cuerdas. El atún, reservado para la alimentación y por tanto muy demandado, es también una gran víctima de la sobrepesca. Sin embargo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, a pesar del esfuerzo por repoblar los ríos, en Francia una de cada cinco especies de peces de agua dulce está en peligro de extinción. Las anguilas y los esturiones europeos son algunas de las variedades europeas que se están volviendo raras.
El hombre: el principal culpable
Una especie está en peligro cuando es probable que se extinga irremediablemente en los próximos años y los factores que contribuyen a su declive siguen actuando. Aunque la mayoría de las especies están destinadas a extinguirse con el tiempo, la actividad humana que altera su entorno acelera este proceso. En general, las principales causas de este declive son la modificación o supresión del hábitat natural del animal, o la alteración de sus condiciones de vida y recursos. El calentamiento global, por ejemplo, precipita el deshielo de los glaciares y amenaza a los osos polares. Los gases tóxicos, como los gases de efecto invernadero emitidos por las industrias y otros, son fuentes de emisiones atmosféricas. El uso incontrolado de plaguicidas es responsable de una cascada de envenenamiento entre especies que las hace aún más vulnerables. La caza furtiva y la tala de árboles son actividades que alteran y reducen los espacios naturales, lo que se asemeja a una invasión. Por último, la explotación intensiva, además del comercio ilegal de animales, amenaza la diversidad de esta fauna.
Los esfuerzos de conservación y coexistencia que hay que hacer
Todas estas pérdidas tienen graves consecuencias, ya que estas especies endémicas desempeñan un papel en el ecosistema. La Tierra ya ha sufrido cinco grandes extinciones masivas, y algunos científicos afirman que el ser humano es responsable de la sexta. Pero podría evitar esta catástrofe con un poco de fuerza de voluntad. Como solución propuesta, e incluso ya adoptada, la creación de más reservas naturales y zoológicos que recojan animales para facilitar su supervivencia y controlar su reproducción. Otra opción es reforzar las medidas contra el ejercicio ilegal. Prohibir la caza, si no regularla, y hacer cumplir los periodos designados para su práctica aumentando las penas reservadas a los infractores de la ley, cazadores y comerciantes. Lucha contra la comercialización de la caspa de los animales, especialmente los cuernos, las pieles y los cueros. Y es más que prioritario erradicar el gran mal de la deforestación. En cualquier caso, una cosa es evidente: la iniciativa debe surgir del propio deseo de cada persona de preservar su entorno y, por tanto, requiere un esfuerzo de autodisciplina.
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